23 de enero de 2008

Uruguay 220108 madrugada y día

El camino que acaba en el mar

Como volutas de humo
veo las siluetas ondulantes
que forman las olas en la orilla de la playa de Aguas Dulces
y pienso en el aroma del Cabo de Gata
en nuestro ahora lejano sur
y en toda la gama de emociones que para mí supone

Camino descalzo por la playa,
maravillado ante el espejo de la luna llena,
amante como yo del sol,
encuadrada por nubes deshilachadas
y el modesto brillo de las estrellas
y comprendo que el mundo es bello por si mismo
y no necesito esforzarme por convertirlo en una obra de arte
cuando basta con vivirlo plenamente



Rindo la cabeza
y encuentro mis pies sobre la arena,
recuerdo cuando de chico
me humillaba la diferencia
de tenerlos planos,
entre otros enternecedores complejos
de niño sin apenas problemas
y que sólo se fiaba de su juicio
para entender el mundo.
Entonces me recomendaban caminar con pies desnudos,
hábito redescubierto como canal directo
con esta tierra que respiramos

Frente al cielo sobre la playa
se recortan
las ruinas de una antigua cabaña
y los postes de madera que aún limitan su parcela,
como aquellos que se asentaban sobre las arenas de Montauk,
allá en el fin del mundo, donde tan lejos nunca estuvo tan cerca
y en un flash se suceden lugares y momentos
y me siento fascinado y embargado
al asumir lo mucho que ha caminado
aquel niño con pies planos




Loveless

¿Y no vivimos todos solos?
Aunque para mí no fuera sólo ley
si no arranque y plan de vida
pero nunca supe andar
sin sostener como muleta
mis carencias en el amor

Ansiado, correspondido o idealizado
siempre marcó mi hoja de ruta
proporcionando martirio y beatitud
que permitía se hicieran cargo del rumbo
o cuando menos exigieran golpes de timón

Así he ido aprendiendo
pese a naturaleza independiente
obsesionado por completarme
agarrado de otra mano



Hasta que hoy,
cuando más sabia es mi soledad
y más sereno mi espíritu,
otro índice vuelve a señalar
el fin de una senda
y quizá vaya siendo hora
de escoger los desvíos
con los pasos sólo míos



Para que el día de mañana
sepa hacer camino
con corazón pero sin bastón
y no necesite de mujer ni guía
tan sólo gozar de compañía